¿Una copa? [Eric]

La noche estaba estaba agradable, hacía más bien calor que frío así que decidí salir de "clubbing" puesto que no tenía ganas de quedarme encerrado en casa. Necesitaba un respiro de tantos versos y beats, un respiro de tanto aislamiento. Mi aspecto era claramente desalineado y desprolijo pero poco me importó. Las ojeras ennegrecían mi mirada, lo que sumado al hecho de llevar la gorra de la campera en la cabeza me daba un aspecto ligeramente siniestro. No tenía mucha idea de dónde ir, realmente tampoco me agradaba mucho la idea de ir a un club cualquiera donde pudieran pasar house, techno o dance comercial, si iba a bailar al menos que lo que escuchara saliera del mundillo indie.

Entré finalmente en uno de los tantos clubes nocturnos, ni siquiera sabía su nombre, tan solo recordaba haber estado allí antes y haber disfrutado bastante de la música. Suspiré a la vez que ingresaba a aquel sitio y el pulsar de los bajos sintetizados comenzaba a invadir mi cabeza. Pum, pum, pum... four-on-the-floor, y el baile estaba listo. Me dirigí a la barra a pedir algo de beber. Me senté sin prestar atención de quienes pudieran estar a mi lado ya que el sitio estaba repleto. -Un whisky on the rocks, por favor- pedí al barman con la voz fuerte pero sin gritar, la música dificultaba un poco la conversación pero aún no era insoportablemente ensordecedora.

Llegó finalmente el sujeto que atendía la barra con un par de bebidas entre ellas la mía, pero antes de que pudiera siquiera llegar a tomar mi vaso una voz familiar me llamó por mi nombre, obligándome a desviar la mirada por unos segundos para encontrarme con la presencia de Rose. Sonreí al notar que estaba allí. -Hey, Rose. ¡Vaya coincidencia!- exclamé alegre, siempre era agradable encontrarse con amigos, aunque este tipo de lugares no solían ser mis preferidos. -¿Qué tal estás? Hacía un tiempo que no te veía- agregué luego.

Tomé finalmente mi vaso para llevarlo a mis labios y dar un trago a la fría y deliciosa bebida. Atravesó mi garganta dejando un gusto amargo y ardiente, que sin embargo me resultaba peculiarmente agradable.

Rose era muy expresiva y solía abrazarme como si nada, cosa que contrastaba claramente con mi personalidad más tosca, fría y reservada, sin embargo compartíamos una amplia cantidad de gustos, entre ellos la música, y aunque peleábamos de vez en cuando nada rompía nuestra amistad. En el fondo admiraba tremendamente su capacidad de espontaneidad, y su gran expresividad y demostración de sus emociones, cosa que le envidiaba sanamente ya que no era para nada uno de mis dones. Éramos casi como contrapesos, y eso era al fin y al cabo lo que sostenía una amistad de otra forma inviable.

Sonreí ante sus besos y abrazo, respondiéndole con un tímido abrazo y una pequeña sonrisa. -Todo bien también, últimamente he estado componiendo bastante, y ya necesitaba salir de casa antes de que enfermara de aislamiento- dije con tono divertido en la voz, casi como en broma, aunque era cierto a decir verdad. -Me alegra verte otra vez, tenemos bastante de que hablar... aunque no se me ocurra nada en este momento- reí levemente observando el ambiente del lugar que se estaba poblando aún con más gente poco a poco. Finalmente volví la mirada hacia mi amiga.

Se acercó a mi lado con su banqueta. Di un trago a mi bebida, a la vez que le escuchaba hablar. Reí levemente, dejando el vaso nuevamente sobre el mostrador, aún sosteniéndolo con una mano. -Pues sí, dedicado completamente a ello- respondí sonriendo, pensando en como el tiempo volaba y las últimas dos o tres semanas prácticamente habían sido inexistentes para mí. Todo había pasado muy rápido, y mi noción del tiempo se había trastornado bastante. -Ya te mostraré algo de lo que he hecho en algún momento, por ahora tengo varios demos en los que debo seguir trabajando- y seguro que lo haría. Solía obsesionarme demasiado con la perfección absoluta de mis canciones, al punto tal en que podía pasar días editando algún fragmento de una canción hasta obtener el resultado que esperaba.

-¿Y tú, qué has hecho en este tiempo?- pregunté curioso finalmente, a la vez que volvía a distraer mi mente de tantos pensamientos delirantes. Le di otro trago al whisky, y aguardé su respuesta en silencio.