Un buen escondite [Niahm]

Despertarme temprano y dormir poco comenzaba a hacerse rutina para mi, así que no me extrañé al echar un vistazo por la ventana y notar que todavía no había amanecido.
Con pereza, me aproximé a la puerta de mi habitación y me dirigí hacia la cocina, abrí la nevera, y comprobé que lo único que había en ella, era un par de trozos de pizza de la noche anterior.
Luego de un desayuno, poco convencional y bastante atípico, me di un baño sin mucho entusiasmo.
Si bien mi mala suerte se había esfumado de manera tan sorpresiva como había aparecido, mi humor no había mejorado, ese era otro punto que comenzaba a convertirse en parte de mi rutina, mi poca energía...
Era extraño verme de mal humor, me sentía bastante preocupada, ya que no quería causar problemas a los demás con mi poco entusiasmo y mi cabizbajo estado de ánimo, por eso los días había vuelto a recluirme, y a inventar excusas tontas para pasar poco tiempo con mis amigos, y compañeras de banda. Hasta que mi humor no volviera a ser el de siempre no vería a los demás, ese sería mi castigo por estar deprimida. Mira que eres idiota Chloe Daniels... Tan solo piensas ridiculeces...
Rápidamente sin darme tiempo a pensar me vestí, me eché un vistazo en el espejo, y salí del departamento.
¿A dónde podía ir? A la librería... Ve a la librería... Sin dudarlo me encaminé por las calles hasta llegar al pequeño lugar, repleto de libros. Allí era más que seguro que no encontraría a nadie conocido.

Ah, la librería.

Niamh era una persona ruidosa pues el ruido tenía la magnífica cualidad de ahogar sus pensamientos. La lectura era de las pocas actividades silenciosas que se permitía, y a las que se reconocía adicta. Sonriente, se internó entre las estanterías repletas de gruesos volúmenes, complacida, dirigiéndose rápidamente a la sección de fantasía. Ah, adoraba esos libros: Lectura ligera, con personajes y mundos apasionantes y sin demasiadas reflexiones filosóficas que pudiesen inquietarle. Perfecta, nunca mejor dicho.

Tan ensimismada estaba que no notó la presencia de una chica que acababa de entrar a la librería, por lo que le dio un buen empujón al ir marcha atrás.

- ¡Lo siento! – Exclamó rápidamente mientras se daba la vuelta para observar a su “víctima”.

Ni bien llegué me dirigí a una estantería que poseía libros sobre literatura, y tomé algunos como "Orgullo y Prejuicio." Después me dirigí velozmente así la estantería de partituras y tomé un par de sinfonías para xilofón. Lo que adoraba de ese pequeño lugar era que poseía gran cantidad de libros y de diferentes temáticas.
Desde que había llegado a New York, esa librería había sido mi escondite y refugio cuando necesitaba tranquilidad.
A penas habían pasado diez minutos desde mi llegada cuando ya poseía una gran cantidad de libros. Me disponía a ir hacia otra estantería cuando una chica distraídamente chocó contra mí. Un par de libros se escaparon de mis brazos y uno de los gruesos volúmenes fue a parar al pie de un hombre regordete y de aspecto amargado.
-Descuida, no es nada. -Dije sonriendo. -Como verás yo también soy algo torpe, o mejor dicho distraída. -Observé al hombre un tanto avergonzada. -Disculpe. -Tomé mi libro despreocupadamente y volví a sonreír, pasando por alto la cara de pocos amigos de aquél señor.

Niamh se arrodilló, presurosa, para recoger los libros que la chica había perdido, dirigiéndole una mirada de disculpa al irritado señor.

- Es que se me va la cabeza cuando vengo aquí. Es un lugar sumamente interesante. – Una amable sonrisa se dibujó en sus labios llenos, mientras se ponía de pie. – No es muy común ver gente de nuestra edad en un lugar como este, como ves. – Comentó risueña, abarcando el lugar con un movimiento de mano, e ignorando olímpicamente la mirada hostil del señor a quien los libros le habían caído en el pie. - Soy Niamh, ¿Cómo te llamas? – Sonrió, tendiéndole los libros. En ese momento notó las partituras y su sonrisa se amplió aun más, encantada. – Veo que te agrada la música. -

-Ya lo creo, una puede pasar horas en este lugar sin darse cuenta. -Musité con gesto reflexivo. Esa librería, tenía algo especial, quizás se debía su tamaño tan pequeño, que le daba un aire pintoresco. Por lo general, cuando entraba a este lugar de mañana terminaba marchándome de tarde... Mis visitas a la librería no eran muy frecuentes debido a eso...
-Es verdad, casi todos son personas mayores. -Miré al hombre gruñón de reojo y me reí levemente. -Hola Niamh, me llamo Chloe. -Me encogí de hombros correspondiendo su sonrisa y tomé los libros que me pasaba. En otro momento hubiera tendido mi mano para que me la estrechara a modo de saludo, pero con la cantidad de libros que llevaba decidí dejar mis manos y mis brazos en el sitio en el que se encontraban. -Muchísimo... Soy música, o al menos finjo serlo... -Murmuré cómicamente.

- ¿Ah, si? – Preguntó, complacida. Notó en ese instante la cantidad de libros que la chica traía, por lo que sonrió, disculpándose. Sin mediar palabra, cogió algunos de los libros de la parte de arriba que Chloe sostenía y se dirigió a una mesa cercana, esperando ser seguida. – A mi también me gusta mucho la música, e intento tocar uno que otro instrumento pero no soy demasiado buena. ¿Y tú? ¿Tocas algún instrumento, cantas? -