Mente en blanco [Ethan]

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-Matt, ¿donde rayos estás? ¿Acaso te has mudado y no me has dicho nada? ¡Eres un idiota! Estoy cansada de ocuparme de todo yo sola, avísame si vuelves o no porque sino votaré tus cosas. Adiós.

Matthew se había esfumado como por arte de magia, hacía más de mes y medio que no se aparecía por nuestro departamento, lo que evidentemente me disgustaba ya que las tareas y responsabilidades de la casa recaían sobre mis hombros. Aunque siendo completamente sincera esos motivos eran solo una vaga excusa.
En ese tiempo que habíamos convivido, mi hermano había pasado a ser uno de mis mejores amigos, si bien era un tanto intolerante (como todo hermano mayor) con respecto a algunos temas el era una de las pocas personas en las que confiaba.
Para rematar, las cosas en la banda no estaban bien, Roxy estaba en su mundo, Michelle no respondía nuestras llamadas y Torie, Torie al igual que Matt se había marchado, y Alyson ¿Qué había sucedido con Alyson?
Todos se habían ido y la única que había quedado era yo... El sentimiento de soledad que me invadía no era nada agradable, sobre todo en ese momento, en el que mi mente dispuesta a complicar las cosas no paraba de recordar las imágenes frustrantes y algo deprimentes de ese ultimo tiempo.
Marco no había vuelto a llamar, ni a hablarme desde aquella noche, lo que me desconcertaba, ya que para mi auquel instante había sido intensa... Aunque debía respetar y procurar entender que el quizás no había sentido lo mismo.... Éramos tan similares, yo me sentía... ¿Así se siente cuando te rechazan verdad? La culpabilidad que había encerrado cuidadosamente en mi anterior para que no pudiese salir, ni lastimarme aun más, se asomó. Maldición... Encendí el televisor deseando no pensar en nada, estaba demasiado confundida como para recordar ese incidente en la tienda de música. Como era de esperar mi intento de distracción no funcionó en lo más mínimo. A toda velocidad tomé unos jeans y un gran suéter de lana, mi guitarra, las llaves, y listo, estaba caminando por las calles de New York. No tenía un plan determinado, pero lo único que deseaba en ese momento era encontrar un refugio donde hubiese un poco de tranquilidad.
Sin ser plenamente consiente llegué hasta central park, mis pies me condujeron hasta mi lugar preferido bajo un gran árbol en un sitio bastante apartado. Dejé que mi cuerpo se tendiera delicadamente en aquel lugar y saqué la guitarra de su estuche, simplemente para juguetear con ella. Quizá el problema sea que siempre te has rehusado a admitirlo completamente...